1/12/06

EL PEJERREY DE MAR

Incluimos aquí la pesca en agua salada y salobre, desde Montevideo hacia el Este, ya que las especies son las mismas, radicando la diferencia en los lugares en que se pesca (muelles, escolleras, playas, etc.), según los cuales se pueden practicar las diferentes modalidades (caña de flor, currica, a fondo, etc.). Consideramos “salobres”, las aguas “entreveradas”, con media o baja salinidad, pero que también son pobladas por las especies marinas de pejerrey. Y para las que, por tanto, es dable utilizar los mismos implementos, líneas y carnadas. Según dónde los intentemos pescar podremos hacerlo con caña de flor, con currica y/o a fondo, ya que puede ser posible, en algunos casos, usar más de uno de ellos en un mismo lugar. Por ejemplo, en una playa profunda y sin rompiente cercana a la orilla, tanto los podremos lograr a fondo como con currica y, al costo de una probable mojadura, también con una caña larga de flor. En un muelle, escollera o embarcados, con caña de flor y con currica y, algunas veces, también a fondo. Todo depende de las condiciones del mar, del tipo de costa, de la distancia a que estén dispuestos a picar, influyendo también la profundidad del lugar y el color y la transparencia del agua.

a) Pesca a flor con caña de pulso, con línea fija
La forma tradicional de pescar el pejerrey en nuestras costas, con la que muchos nos iniciamos.
Aún vigente, muy popular y utilizada, con las naturales limitaciones en cuanto a los lugares de pesca, ya que requiere cierta profundidad cercana a la orilla. Cuando se podía entrar a pescar a la Aduana (Recinto Portuario) era la preferida, aunque ya hacía algunos años que era imposible consumir lo capturado por la polución que lamentablemente impera en la bahía.
Ahora, para practicarla, quedan los muelles, escolleras y algunos pedregales, siempre y cuando el estado del mar lo permita y los pejerreyes se dignen arrimar.

Comentarios y sugerencias
- Si bien hay excepciones, por lo general cuanto más clara está el agua, pican a mayor profundidad; y, a la inversa, cuanto más turbia o ”tapada” como la llamamos los pescadores, más cerca de la superficie.
- Para atraer el cardumen hacia nuestra zona de pesca, conviene cebar con carnarina, pescado hervido o sangre. La ceba, cuanto más dura y espesa, más rápidamente baja; cuando más líquida, más se mantiene arriba. O sea, y según lo comentado antes, para aguas claras, ceba dura; para aguas “tapadas”, ceba líquida o “chirla”.
- Usar carnadas lo más frescas posible.
- Adecuar el tamaño del anzuelo al de la boca de los peces promedio.
- Si aún con anzuelo adecuado al tamaño de las piezas erramos picadas, achicar la carnada, verificar que no atore la punta y que no esté colgando, especialmente si hay mucha majuga o cortones chicos.
- Se puede intentar hacer una suerte de selección para sacar los mejores agrandando algo el tamaño del anzuelo y aceptando “el precio” de errar muchas picadas.
- Si se nos desprenden piezas al levantar, revisar la punta del anzuelo; si está doblada, enderezarla con cuidado o pasarle una lima suavemente. Si está quebrada o no da para afilarla, desechar el anzuelo aunque cuidando de cortar el rainal para disminuir el riesgo de que alguien se lastime o se enrede. Si tenemos una pinza de corte es mejor también cortar lo que quede de la punta.
- Si salen bureles entreverados, cosa bastante frecuente en esta época, y para evitar que nos corten los rainales, podemos usar anzuelos de ojo empatillados con un trozo de alambre o cable fino de no más de 4 a 5 cm. de largo, a no ser que sean bureles mayores a 30 o 35 cm., para los cuales conviene alargar algo el alambre. Sin embargo hay quienes prefieren usar sólo nylon, incluso para pescar sólo los bureles, ya que sostienen que muchas veces se logra “convencerlos” con mayor facilidad, lo cual puede ser cierto pero hay que estar dispuesto a pagar el precio de los cortes.



El “lengue-lengue”
Queremos aclarar que si bien es un sistema muy popular y usado para la pesca del pejerrey, no lo incluimos por dos razones:
1) porque su confección es muy simple y no entraña problemas importantes;
2) porque lo consideramos, al igual que los galderines y pequeños trasmallos, solamente como un elemento auxiliar utilizable para conseguir carnada, sobretodo sardinas, y no como un implemento para pescar deportivamente.

Opinión ésta que no pretendemos sea la única válida pero que, como muchos otros pescadores, entendemos es así. No creemos que el sacar pejerreyes que atacan anzuelos limpios pueda compararse en valor ni habilidad con la pesca con línea y boya -ya sea fija o currica- y con carnada pero reiteramos que, mientras no nos enreden la línea o la currica si están pescando a nuestro lado, no queremos coartar la libertad de hacerlo. Simplemente no queremos sugerir o recomendar algo que nosotros no usamos.

b) Pesca a fondo en las playas
En muchas playas y en algunos pedregales de Montevideo hacia el este es perfectamente posible pescar el pejerrey a fondo.
Sólo debemos contar, en primera instancia y naturalmente, con su presencia y, como siempre con el equipo y las carnadas adecuadas. De nada vale tener estos últimos “de primera” si los flechas de plata no están.
Dentro de las cosas favorables están el color y claridad de las aguas, el viento y la temperatura. Generalmente aguas claras, aunque no demasiado, “blancas” o entreveradas, son mejores que cristalinas o muy tapadas. También ayuda una suave brisa del mar, que impide se enturbien las aguas de la orilla y una temperatura baja es más favorable que una alta.

Comentarios y sugerencias
- Según el tipo y la profundidad de la playa será el equipo que usemos. Si es profunda en la orilla, nos bastará una caña no demasiado larga y un plomo entre 30 y 50 grs. Si no corre demasiado, preferimos usar una bola o pera, que ofrece menor resistencia a la recuperación; si no, un cono o un pirámide de base cuadrada, que se “anclan” mejor que las de base triangular.
- Por considerar que disfrutamos más de la pesca y que es más deportivo el clavar nosotros al pez y no que se clave por efecto del plomo anclado, preferimos usar el plomo más liviano que las condiciones y el equipo nos permitan. Y, como antes decíamos, sólo usamos conos o pirámides cuando necesitamos evitar que la base corra por la marea o el viento. En caso de pescar en pedregales, usamos plomos chatos o aplastados y los anzuelos más bien levantados, para reducir los enganches.
- Si la orilla no es demasiado profunda y el pique se encuentra alejado, para alcanzar mayores distancias y no ser demasiado afectados por vientos y mareas necesitaremos plomos más pesados y cañas más largas, aunque tratando de que mantengan su sensibilidad y la posibilidad de que sintamos o nos muestren las picadas no muy violentas del pejerrey.
- Para lances largos, si usamos carnadas tiernas, nos convendrá atarlas.
- Aunque levantemos alguno o ambos anzuelos, y especialmente lanzando lejos, si no tenemos demasiadas respuestas con la base tradicional de fondo, probar de levantarlos de alguna de las formas sugeridas en los dibujos.
- Los cebadores incluidos en la base hay veces que son efectivos. Personalmente no los usamos porque aumentan la resistencia al recoger, pero ello no quiere decir que no valga la pena probarlos. Cuando cebamos, preferimos hacerlo cerca de la orilla, con un cucharón grande o envolviendo una pelota de ceba en una hoja de papel de diario o de panadería (biodegradable y que se deshace en poco tiempo) de tamaño mínimo suficiente para que no se desparrame la ceba al tirarlo, pero que se abra al tocar el agua (nunca en una bolsa de plástico!) - También es aplicable lo comentado antes para la pesca de flor en cuanto a anzuelos, tamaños, cebas, etc.

c) Pesca con currica
La currica, adecuando su tamaño al necesario para alcanzar la distancia requerida y al de las piezas que haya, es uno de los implementos más versátiles y creemos que más deportivo, entretenido y efectivo que podemos usar para el pejerrey y otros peces.
No sólo es utilizable en el mar, en las playas con cierta profundidad en la orilla, en escolleras, muros y pedregales, sino que también en agua dulce, nos permitirá la captura de los flechas de plata que las habitan y que, en algunos casos como en el del Río Negro, superan en combatividad al de mar y de la zona de aguas dulces del Plata, resultando su pesca con currica la mejor compensación a los kilómetros que debemos recorrer para llegar hasta el Hum.
En algún momento habíamos dicho que no sabíamos de dónde provendría su nombre, ya que en Europa la pesca al “curricán” es lo que nosotros llamamos “trolling”. Pensando ahora un poco y teniendo en cuenta “lo nuestra” que es, ¿no les parece que podría derivar de “curro”? Algo más “nuestro”, imposible !
Volviendo a la currica en sí y hablando en serio, a pesar de que el tamaño se rige por lo que antes decíamos, tanto su límite inferior como el superior lo pone el pescador, el equipo que utilice y su habilidad.
Lamentablemente no siempre podemos conciliar el tamaño de su boya con la distancia a lograr y el tamaño de las piezas.
No obstante es posible, y con carnadas y cebas adecuadas, la complicidad de las condiciones del agua y el viento (es mejor cuando no hay), la buena voluntad o disposición de los pejes para comer y ¿por qué no? un poco de suerte para encontrarlos, podemos pasar un buen rato de pesca y volvernos con una aceptable cosecha.
La pesca con currica es probablemente la que requiere un mayor equilibrio en el equipo, ya que se lanza con poco peso, por lo que también es preferible utilizar frontales chicos o medianos, cargados hasta un poco menos de su capacidad total (uno o dos mm. antes del borde) para evitar enredos y “piojos” al lanzar, con nylon de buena calidad y de entre 0,20 y 0,28 de mm.

Comentarios y sugerencias
- Si bien se puede pescar igual con una boya o currica sin antena, el que la tenga y que esté adecuadamente equilibrada, aplomada, nos ofrece una serie de ventajas:
- Se ve mejor a la distancia y también si hay espuma en el agua.
- Ofrece menor resistencia al pez y permite apreciar mejor sus desplazamientos cuando toma la carnada. Si nada hacia un costado o si come y sube, la currica “marca” notablemente mejor que una boya común sin antena.
- Al quedar más hundida en el agua la antena permite verla igualmente y le podemos poner más plomo que una boya común.
- Nos avisa mucho mejor si el plomo está tocando fondo, por lo que es recomendable colocar un solo plomo y no varios.
- La currica puede usarse fija o corrediza. Si es fija, es lo mismo que una boya común para cambiarle la profundidad o fondo. Para usarla corrediza se hace un nudo barrilito corredizo, que se desliza por la línea para determinar el fondo. Nosotros preferimos tener ambas opciones. Normalmente la usamos corrediza pero cuando corre y para que las carnadas no se levanten, la cambiamos a fija. Para ello colocamos la boya entre dos nudos corredizos. El superior fija el fondo y el inferior, cuando la usamos corrediza, lo colocamos cerca del rotor superior, a una distancia algo mayor que la del rainal de éste, para que al lanzar no se enrede en la antena. Si queremos usarla fija, levantamos el nudo corredizo inferior hasta inmovilizar la boya. Para asegurarnos que los nudos no entren en la currica o en el arito inferior de la antena, entre la boya y cada nudo siempre colocamos una o dos perlas o mostacillas, lo más chicas posible pero que cumplan tal función.
- Es preferible y aconsejable utilizar una caña liviana, de 2,50 a 3 m. de largo, apta para lanzar entre 10 y 30 gr.(tipo spinning), ya sea en uno, dos o más tramos o telescópica (que es más práctica para su transporte) pero nada impide usar una caña más larga, siempre que sea razonablemente liviana y nos permita lanzar el reducido peso del plomo de una currica. Es más en algunos casos (pedregales, muros con piedras o bloques al pie, costas con juncos o ramas en la orilla, etc.) hasta sería conveniente usar cañas más largas.
- Si bien los frontales chicos con buena multiplicación ( mayor a 4:1) y mejor si tienen dos carretes, para cargarlos con distintas medidas de nylon, son los ideales y facilitan mucho las cosas, tampoco son imprescindibles. Un rotativo chico que tengamos bien “dominado” en cuanto a galletas, puede igualmente servirnos, aunque seguramente nos convendrá usar curricas más grandes.
- En todos los casos conviene aplicarle flotalíneas a los primeros 20 a 25 m. del nylon del reel (según la distancia a que pesquemos) y al nylon de la madre de la currica, del nudo superior hacia atrás. Al evitar que se hunda el nylon, reduce el retroceso de la currica y ayuda bastante en el momento de clavar.
- También es acá aplicable lo comentado antes para la pesca de flor en cuanto a anzuelos, tamaños, cebas, etc.

CARNADAS
A pesar de que son varias las carnadas que toma el pejerrey, no siempre está dispuesto a aceptarlas todas.
Una serie de factores aún no demasiado bien determinados en cuanto a la relación causa-efecto, como la salinidad, la temperatura del agua, etc. seguramente y, más que nada a estar por las tradiciones, influyen para que en ciertos momentos prefiera unas u otras.
Esto es más apreciable en las costas capitalinas, donde las variaciones de las condiciones son más notorias, pero también sucede más al este y muchas veces nos encontramos teniendo éxito con carnadas que días atrás no “andaban” y viceversa.
De todas formas y para ir con mayores posibilidades, vayamos donde vayamos, conviene llevar más de un tipo de carnada.
Si bien no es fácil establecer un ranking o escala, porque tanto las preferencias de los peces como las de los pescadores son variables, las vamos a nombrar intentando mencionar primero las que generalmente nos han dado mejores resultados, sin que necesariamente a todos y en todos lados les vaya a resultar igual.

- El cangrejo “muda” o “sopa”, en pedregales y sus alrededores, será una de las mejores. El “muda”, que es el mejor, es antes del cambio de caparazón que periódicamente debe realizar para poder crecer y el “sopa” inmediatamente después de despojarse de aquélla. Los duros sólo sirven para aplastarlos o apisonarlos y hacer ceba.
- El camarón es, desde hace ya un tiempo, la carnada universal, que incluso también es tomada por algunos pejerreyes de agua dulce (en aguas dulces también hay camarones pero de menor tamaño que los de mar). Conviene que sea lo más fresco posible y sin cocer ni hervir.
- El mejillón es siempre muy bien aceptado, sobretodo en zonas donde crece y abunda, pero también debe ser crudo, sin cocinar. También pisado es muy buena para ceba.
- La almeja, bastante difícil de obtener en la actualidad pero muy popular en otras épocas, es bien aceptada por el pejerrey, especialmente siendo fresca. Y, como los anteriores, tampoco debe estar cocida.
- El piojo o mosca de mar, muy bueno para el pejerrey grande sobretodo en los pedregales del este. Conviene esté vivo y que no se muera al encarnarlo.
- La lisa, apreciada sobretodo por el pejerrey grande en las playas, ya sea natural o coloreada, pero también lo más fresca posible y preferentemente obtenida de ejemplares no demasiado grandes. Se usa sin piel, pudiendo ser más efectiva si tiene parte de carne blanca y roja.
- El burel y el sargo, medianos y frescos, son buenas carnadas para el pejerrey. El primero mejor con piel por lo tierno de su carne; el segundo sin piel y tratando de quitar las espinitas del centro de los filetes para no se incluyan en las carnadas.
- El calamarete o, mejor por ser más tierno, su hermano menor el chipirón, son especialmente indicados cuando hay buen pique. Se mantiene muy bien en el anzuelo por tener una carne más consistente que el camarón y las carnadas blancas.
- La pajarilla, el bazo vacuno o porcino, es efectiva pero, como siempre, lo más fresca posible. Si es congelada se deshace, pierde el color y desgrana con mucha facilidad. Conviene pelarla, cortándola primero en trozos del tamaño de la hoja de nuestro cuchillo y luego mojando ésta, deslizarla entre la piel y la carne como si se la estuviéramos sacando a filetes de pescado. Luego puede cortarse en tiras o del tamaño de las carnadas que vayamos a usar y envolverla o “empanarla” con carnarina, que nos reducirá el ensuciarnos las manos y tendrá un cierto efecto de ceba al pescar. La usen como la usen, tengan a mano un trapo y de ser posible agua, si no, los pantalones “pagarán el pato” y... al volver a casa... “amarilla” segura!
- El hígado de pollo o de ave y, en menor medida o cuando el pique es intenso, el corazón. Nuevamente, cuanto más fresco, mejor. El hígado, como es muy tierno, no se presta mucho si tenemos que hacer lances. Y muchas veces, a falta de otras carnadas o buscando tentar algún burel, se logran piezas con carnada del propio pejerrey, carnada que es más aceptada en agua dulce que salada, a no ser que el pique sea muy importante y tomen prácticamente cualquier carnada. También, y a falta de otra cosa, puede servir la carne de dientudo y la de tararira, y no nos extrañaría nada que la de boga (lo que nunca hemos probado), por ser bastante similar a la de la lisa, aunque totalmente lo contrario en cuanto a espinas en los bifes.

Para finalizar y no ser injustos con una carnada que antes se usaba mucho más que ahora, especialmente pescando con caña a flor, la masa de harina y carnarina, de la que cada pescador tenía su propia receta en cuanto a proporciones y aditivos (azúcar, aceite, harina de pescado o de mariscos, etc.) Su consistencia debe ser la suficiente para encarnar sin que se salga sola, lo que se logra aumentando o disminuyendo la proporción entre harina y carnarina, la cantidad de agua y el batido. Para empezar sugerimos probar con tres partes de harina y una de carnarina y luego ir ajustando según resultados. Tampoco sirve para lanzar lejos, aunque si usamos una currica con lances suaves bajo mano y la masa tiene cierta consistencia podría resultar. La masa de harina y agua puede ser un último recurso con la posibilidad de prender alguna lisa si las aguas no están demasiado frías y están dispuestas a comer.

CEBAS
Ya mencionamos antes que el cangrejo y el mejillón pisados o molidos son buena ceba. Pero existe la posibilidad de que condicionen al pejerrey a tomar sólo carnada igual a la ceba, por lo que si no los tenemos para encarnar es preferible no usarlos como ceba. La más popular, tradicional y más fácil de obtener, llevar y guardar es la carnarina, hecha por los frigoríficos con sangre seca y huesos molidos como alimento para las aves. Según el fabricante tienen diferente composición y olor y algunas son más efectivas que otras. Para usarla se mezcla con agua y se arroja con una cuchara, cucharón o, si estamos en una playa, envuelta en un trozo de papel para lanzarla lejos. Como decíamos antes, cuanto más turbia el agua, más líquida la ceba para que se mantenga cerca de la superficie que es donde generalmente andan los pejerreyes cuando el agua está “tapada”. En algunas oportunidades se consigue harina de pescado, que se usa en forma similar a la carnarina. Otra ceba bastante popular pero que requiere un cierto trabajo previo en su preparación es el engodo, pescado hervido en agua para que se deshaga. Cuanto más grasoso sea el pescado más efectivo será el engodo. Se puede hacer con pescados enteros o con las cabezas, panzas y tripas de los que limpiamos. También se le puede agregar carnarina. Para hacerlo es preferible colocar agua hasta la mitad del recipiente y hacerla hervir antes de echar el pescado y evitar que se pegue al fondo revolviendo cada tanto, ya que si no se quemaría perdiendo su atractivo y efectividad. Cuando el pescado esté deshecho, está pronta. Si se le echa un poco de sal se puede conservar varios días.



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